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martes, 1 de febrero de 2011

Recordar.

Recordar sus besos, ese escalofrío que sólo se consigue con un chapuzón en agua salada,
recordar sus brazos, acercándote a sus profundos ojos como el mar en calma,
recordar su risa, como una pequeña ola juguetona que te persigue por la costa,
recordar su tristeza, como la solitaria sirena de un barco en alta mar, 
recordar su voz, susurrando como la leve brisa marina, jugando en tu oído,
recordar la impotencia de su mirada, un mar turbado de pensamientos oscuros,
recordar su silueta alejándose sobre el asfalto como se aleja el sol de la playa.
Recordar su aroma como se recuerda al mar en días de lluvia...

Y caer en la cuenta, el verano terminó.